miércoles, 28 de noviembre de 2012

El lápiz

Lo que son las cosas, y cómo ha cambiado todo desde entonces. Hacía casi un año que no escribía nada...pero voy a dejar claro que no he olvidado cómo hacerlo (antes de ponerme melancólico, que ya habrá otros momentos para ello). Esto es lo que hacen las noches en vela... Lo he titulado "El lápiz" . Espero que os guste.

¿Y si no escribir es ser feliz,
pero el lápiz empieza a vomitar?
Frases que no creía comprender
ante ojos que se empiezan a aclarar...

La vida puede ser un frenesí,
incluso quizás ser una ilusión,
pero siempre hay algo que nos dará:
la patada en la boca y se acabó.

Por eso quiero dejar constancia
de que el mundo...sí que fue un lugar mejor.
Y sin embargo, diré que quiero adormecer
aquel sueño que inundó hasta la razón.

Mostrar luz en el camino ante esos pasos,
dar la mano al saltar otro escalón.
Procurar, porque todo sería en vano,
que estos pies no correrán más que mi voz.

Y es así, que al andar el lazo se abre,
sopla viento fresco, y brilla el sol,
mirando con desdén, cabeza erguida,
esa soga que apretaba el corazón.

No voy a rezar porque no creo
que haya un Dios que nos dé un morir mejor,
pero abriré los brazos hacia el cielo,
seré feliz, y quemaré el lápiz en tu honor.

miércoles, 11 de enero de 2012

Igual que el viento

No hace mucho tiempo que, como el turrón, volví a casa por Navidad. Sin apenas darme cuenta, me acurruqué entre las risas y abrazos de aquellos que me echaban de menos. De aquellos que echaba de menos. Me hice fuerte en mi isla, y me ablandé en la de los demás. Y según pasaban los días, recordé todo aquello que me agradaba de mi hogar. Disfrutaba de cada día, de cada hora, de cada minuto y de cada segundo, intentando alargar el final de esta primera época de libertad prácticamente ilimitada, sin pensar en los días duros que están a la vuelta de la esquina. Pero el turrón, cuando terminan las Navidades, se marcha.

Y yo me voy con él.

Igual que el viento, que como viene, se va.

Pero he de reconocer que, al mismo tiempo que disfrutaba de todo aquello que se me ponía por delante estos días, iba creciendo en mí la imperiosa necesidad de volver a mi burbuja. Al libre albedrío que te da tu mundo, sin nadie que te diga qué hacer, más que tú mismo. Al libre albedrío de considerar tú y sólo tú dónde se encuentran y cuáles son tus responsabilidades, obligaciones y derechos. A ese sitio en el que todo es tan distinto a mi hogar, y al mismo tiempo me agrada de tal manera que hasta me atrevo a llamarlo hogar. Y es que además, las despedidas, que ni son pocas ni son lo mío, me han hecho darme cuenta de algo importante. Aún me queda tiempo en la tierra de la pasta y la pizza, pero tampoco es tanto. Y como sé lo que sé, me preparo para disfrutarlo al máximo. Porque sé que el tiempo está viniendo, pero pasa, y se marcha, sin parar a saludar.

Y yo me voy con él.

Igual que el viento, que como viene, se va.